La visita de la Thatcher (El vahído de la vieja dama)

por Pedro Lemebel

Las especulaciones sobre el desmayo de la Thatcher en Chile recorrieron el mundo por las pantallas con su desfallecimiento en tres tiempos, mientras arengaba a los tigres y faisanes de plumas regias. Pura estirpe económica aplaudiendo a nuestra señora del metal: la virgen iceberg bajando del Olimpo british hasta nuestra precaria monarquía sudaca.

Lo cierto es que Margaret, la isleña, se fue de bruces parando las patas frente a las cámaras. Y poco faltó para que viéramos sus blondas íntimas, sus encajes blindados con el almidón fálico que se tomó las Malvinas. Quizás a la Tachi el colesterol le jugó una mala pasada, cuando a los setenta años se sigue creyendo el Rambo gurka, la súper woman de la estrategia bélica que de un paraguazo repuso la soberanía colonialista en el peladero helado de las islas. Total la señora tiene carácter, es regia y mira con unos ojos celestes como el manto de la Virgen, dijo una dama que la vio de cerca en el Cambridge College, entre las banderitas que agitaban los querubines albinacarados de la infancia rica. Se ve tan soft encorsetada en el traje sastre que no lo deja ni para dormir. Pero podrá pegar los ojos esta esfinge de hielo que se derrite agotada de tanto vocear las glorias del capitalismo. ¿Será esta anciana la misma lady de hierro que en los ochenta junto a otros jerarcas de la modernidad post derecha giraron el vaivén progresista del mundo? ¿O será un doble?, el más fatigado que mandan a Latinoamérica para recordarnos que somos los indios más cult, las cinco plumas del Hyatt, la alegoría malinche que alfombra de flores las calles para que pasen estos famosos.

Mediante un plebiscito celebrado en 1988, la ciudadanía chilena determinó terminar con la presidencia de Augusto Pinochet, establecida de facto tras el golpe de Estado de septiembre de 1973. Imagen tomada del sitio Memoria Chilena.

Aun así, la visita de la vieja dama fue otra bendición para nuestra recién estrenada democracia. De paso por La Moneda, tomó el té en la única taza salvada del bombardeo, alabó los cañones del patio, tarareó gangosa el Si vas para Chile, le deseó un good future al presidente, se subió a la limusina lamentando la falta de nieve en la cordillera, y todos la despidieron con lágrimas esterlinas en los ojos.

La agenda de Maggy correteando de bolsa en mercado fue vertiginosa, por eso la agitación le causó el desmayo; aunque versiones surrealistas lo atribuyen a un posible embarazo como premio divino por sus servicios en la cruzada antimarxista. Contra la prole izquierdista que ella no se cansa de fustigar. Aunque bajo este cielo azulado (derecho), los puños en alto se derritieron al encanto de la demos-gracia.

La vieja amazona england ya no tiene contrincantes, pero aún la sombra roja nubla su nirvana derechista, la hace tambalear en los tacos que le prestó Lady D para visitar al capitán general, que tanto admira los cojones bajo las faldas. Por eso el nevado dictador le pidió que posaran parodiando el afiche de Lo que el viento se llevó. Después le regaló una medalla de la Virgen del Carmen y prometió nombrarla segunda Patrona del Ejército.

Quienes vieron en el desmayo de la patriarca una fatiga del modelo actual se decepcionaron cuando ella se paró como un gato y dijo entre tinieblas: No ser nada, I’m sorry. Hasta los tótems se caen y de nuevo en pie la dama de acero es invulnerable. Pero de cerca no se ve tan hierática, se podría confundir con alguna señora de beneficencia que acaricia con repugnancia las mechas tiesas de la niñez desnutrida. También podría ser un travesti representando a la Primera Dama que la burguesía chilena se quisiera. Por suerte el aire nacional, los mariscos o la marea roja le provocaron el soponcio a la pálida führer, que partió soplada a la clínica europea donde se restauran los horrores del pasado.

Activista, performancero, fundador de Las Yeguas del Apocalipsis, novelista, poeta, Pedro Lemebel es uno de los referentes centrales de la desobediencia obrera ante la represión de la dictadura. Su voz de cronista transformó el oficio latinoamericano del reporte de la realidad. Imagen tomada del sitio Memoria Chilena.

***

En marzo de 1994, la entonces ex primera ministra de Reino Unido visitó un Chile donde nominalmente había terminado ya la dictadura de Augusto Pinochet, quien sin embargo seguía ejerciendo como comandante en jefe del ejército chileno.

El texto fue tomado del libro De perlas y cicatrices, México: Seix Barral, 2021, 282 páginas.

Imagen de portada: tomada del gobierno de Reino Unido.

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