Un monje trapense fue comisionado por la revolución sandinista —que en 1979 acabó con la dinastía Somoza en Nicaragua— para hacerse cargo de las riendas culturales del país centroamericano.
Un sacerdote se hizo guerrillero y consolidó una comunidad de poetas campesinos en Solentiname. Un estudiante universitario escribió poemas sobre Marilyn Monroe y el Big Bang.
Un viajero internacional dotó de espíritu, lírica e imaginación a la teología de la liberación, presta a proponer y construir soluciones para los pobres del tercer mundo, para los olvidados del capitalismo opresor.
Un nicaragüense heredero de Rubén Darío trastocó los salmos del rey David, de la tradición judeocristiana, para convertirlos en canciones de protesta política contra el autoritarismo en América Latina.
Nos referimos, claro, al escritor Ernesto Cardenal, uno de los más grandes poetas del continente americano, quien con su praxis revolucionaria y su pensamiento crítico convocante contribuyó a la transformación social y artística de la región.

«Clamo en la noche en la prisión/ y en el campo de concentración/ En la cámara de torturas/ en la hora de las tinieblas/ oye mi voz/ mi S.O.S.», escribe el declamador de barba y boina en sus Salmos.
Impresa en Buenos Aires en 1974 dentro de la colección Cuadernos Latinoamericanos de Ediciones Carlos Lohlé, disponemos aquí una sexta edición revisada por el autor.

Imagen de portada: fotograma de La vía láctea (1969), de Luis Buñuel.
Imágenes de interiores: fotograma de Viridiana (1961), de Buñuel, y archivo de prensa de la UNAM.