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La edad de la destrucción: poesía nicaragüense reciente

Unos cuantos versos del escritor centroamericano Andrés Moreira.

Andrés Moreira se nos apareció en Twitter con bondad: likes a los memes de Altura desprendida, buen cotorreo, sugerencias de lectura, invitaciones a visitar La sonrisa del jaguar, de Salman Rushdie, su crónica sobre la derrota de la dinastía Somoza en 1979, entre otras conversaciones felizmente inconclusas.

Así, de casualidad en diálogo, uno de estos días nos confió su poemario La edad de la destrucción, que, como parte del asomo de esta revista a las voces latinoamericanas históricas y contemporáneas, se reproduce en una pequeña muestra a continuación.

Salve la Nicaragua de Ernesto Cardenal y Rubén Darío, pese a todo, pese a la dificultad de Solentiname, cómo de que no.

Algo como una luminosa tristeza urbana. Ana Mercedes Hoyos, Paisaje.

Hablo por el susurro

Vengo a hablarles por el susurro,
por el grito interno que anuda la garganta.
La idea viene y decís:
«este es el poema»,
«aquí, luego del llanto, el poema viene».
Pero no procede, sólo es el susurro.
Aún falta, falta dar vueltas por la ciudad,
conocer y olvidar gente,
llorar y sufrir, sufrir un poco más,
porque es tu fuerte la melancolía.

Golpearte el pecho y la conciencia
por lo que esperás
y no lográs entender.
¿También habría que pensar en un tema?,
podrías contestar, desafiante,
a los poetas guerrilleros
como si estuvieras haciendo algo
verdaderamente importante,
como si nunca otro poeta de tu edad
hubiera querido desmitificar una revolución.

Cuando hayás escrito el primer verso,
cuando hayás vuelto tangible el susurro
que te anudaba la garganta
verás cómo todo fue intento vano,
el poema existe, no hay poesía en él.

Ahora, que viste que no sirve de nada
escribir poemas cuando el centro
de la tierra está a punto de estallar,
te ves desde esa esquina oscura,
acucioso
y temblando de miedo, desmigado.

Postal a Ernesto Cardenal

Yo sentí pena por la efigie
de anciano huraño y marchito
que representabas aquella tardenoche
porque para mí naciste cano y rugoso
y no quise acercarme,
no quería amargarte.

Qué bueno que te moriste,
ya estabas cansado y senil,
y la gente no dejaba de amargarte.
Te moriste pobre, solo
y con las culpas a cuestas
de tu huesuda espalda, poeta.

Pero la gente ni muerto dejó de amargarte.

Poema de prolongación

La poesía no ha salvado a nadie,
sólo prolonga la muerte.
Ese temblor constante que llevás años
soportando por temporadas,
que viene y va pero no del todo, siempre está…
te crece la barba fea mientras
un viejo amor te escribe para decirte: «Desaparecete»,
cuando sabés que ya estabas perdido.
Habría que desvanecerse,
quitarse los lentes y quedar miope
para no verse a uno mismo con vergüenza.
Y estás menos solo porque adoptaste un gato
y ambos están igual de temblorosos y tristes.
Llegar a la cocina y comer por inercia mientras
no existe pastilla que elimine el temblor constante.
Un gato para un poeta,
un gato para un poeta,
un gato para un poeta.
Un poeta para un gato,
un poeta para un gato,
un poeta para un gato.
Encender la luz luego de evitar el trabajo,
hacer todo el trabajo
para poder tener las luces apagadas.
Pongamos, pues, esa canción de Simon and Garfunkel.

Caprichos tiene el calor. Hernando del Villar, Campo de trigo.

Poema de año nuevo

Trastabilla el año en el que cumplí treinta
y me duelen los riñones insufriblemente.
Veo, observo y luego caigo.
Caigo en el temblor que designa extrañar la sangre
enjaulada, y gimoteo como si justo luego de cumplir diez
alguien, a quien conozco muy bien, rompiera mi cráneo con un insulto.

Escribo este poema desde mi «yo», cansado del verbo en impersonal.
Porque este poema no es para que ustedes se identifiquen
y digan cosas buenas o malas.
Porque es personal, es mío, venga quien quiera a decirme
que sobran precisamente estos versos.
Que venga quien quiera a decirme que suenan a tropiezos ciegos.

Por eso repito:
Me duelen los riñones insufriblemente
cuando intento dormir junto al amor.
Que ya no lloro por las noches cuando estoy solo
sino cuando camino por el centro histórico a medio día
y el sol me parte la cara a latigazos.

Elon Musk: breve imitación a Leonel Rugama

El presidente de Space X
investigó qué tan viable era
enviar un cohete a Marte
y la NASA le dio la responsabilidad
de tal empresa a cambio de mucho dinero.
Redujeron costos de los vuelos orbitales
con la cápsula Crew Dragon impulsada
por el cohete Falcon 9;
Bob Behnken y Doug Hurley lo pilotearon.
Primera vez que una empresa de capital privado
se tomaba el Centro Espacial Kennedy.
Entonces, sólo entonces, los centroamericanos
podremos colonizar Marte.

Ciudad Capital

Las estatuas de mi ciudad son odas a la muerte
Emila Persola

Esta ciudad es una cloaca sin fondo,
un río interminable que arrastra cadáveres.
El remero, que no lleva a ningún lado
más que a la derrota, dice:
«Este horrendo objeto poetizable no me quedo».

Se podría hablar de la melancolía
como si fuesen tres estatuas viejas
que una vez derribaron
uno o tres terremotos.
También se podría nombrar la noche
como si fuese un ente místico y voraz.
Sin amor.

Postales banskianas

1.
En cualquier calle centroamericana:
POLICE EVERYWHERE,
JUSTICE NOWHERE
mientras te miran asoleados,
cansados y hambrientos
pero firmes los policías.

2.
Un niño sucio y triste
toma un globo de helio
que le dice
NO FUTURE al oído.

3.
Lanzarle un ramo de flores
con la misma fuerza que lanzó
aquella molotov
a los antimotines.

4.
El arte debe transgredir
como una Mona Lisa mostrando
las nalgas en alguna pared del mundo.
Mientras sonríe.

5.
También en Nicaragua
vi a un Lorca arrodillado
con las manos en alto
esperando que la primera
bala lo matase rápido.

6.
La eternidad se borra lenta
con una esponja enjabonada
por un hombre que
no quiere vivir eternamente.

7.
Hay hombre cabizbajo que te espera
con el ramo de flores marchitas
sin esperanza ni miedo
a que la tristeza se impregne
en la pared donde está recostado.

8.
Podría ser el desconocido
vestido de negro
que golpea con fuerza la pared
con un bate dejando un hueco
parecido a un corazón.

9.
Un beso con máscaras
antigases puestas mientras
se tomaron firmes
de los hombros resume el amor
que no han podido encontrar
los últimos cincuenta años.

10.
Los humanos son como ratas,
se multiplican y esparcen
por todo el mundo
infectando todo lo que roen.

Lo lastimado y lo sutil. Omar Rayo, Tranquilo (Keep cool).

***
Andrés Moreira
nació en Nicaragua. Poeta y editor, estudio lengua y literaturas hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Ha publicado en espacios editoriales de México, Costa Rica, Venezuela y El Salvador, además de que versos suyos han sido traducidos al italiano y el inglés. Dirige Tácna Editorial, enfocada en literatura centroamericana.
Instagram: @_moreiraescritor y @_andresmoreira.

Todas las obras pictóricas que acompañan esta entrada fueron tomadas del acervo digital del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo). La imagen principal es de Clemencia Lucena y se titula Educación revolucionaria.

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