por Nina Avellaneda
La colección Nosotros los chilenos, enmarcada en el proyecto de la Unidad Popular (UP), fue una serie de 49 libros publicados entre octubre de 1971 y septiembre de 1973 por la editorial estatal Quimantú. Estuvo a cargo del escritor Alfonso Acalde y posteriormente de Hans Ehrmann. Proyecto estrella de la UP, la editorial Quimantú fue algo así como el sueño de todo lector, o el sueño de toda persona que se dedique al fomento lector, con sus libros y revistas a bajo costo y de fácil acceso, pero también pretendió ser un vehículo para el surgimiento de una sociedad nueva camino al socialismo.
De entre las colecciones que creó Quimantú (los Minilibros, los Clásicos del pensamiento social, las revistas Paloma, Quinta Rueda o Cabrochico), la colección Nosotros los chilenos fue fundamental para el objetivo de que la literatura, el conocimiento y la cultura llegasen a la mayor cantidad de hogares, pero también que los sujetos de esos hogares pudieran sentirse agentes y partícipes de esa cultura, ser la cultura.

La colección pretendía ser un retrato de quienes hasta ese momento no habían logrado tener visibilidad en el imaginario social: trabajadores, mujeres, niños y niñas, campesinos, obreros. Un espejo para reconocerse como individuos y como sociedad en busca de afianzar su existencia y tener un punto de partida desde el cual proyectarse. Poder pensarse a sí mismos, de la manera en que un individuo lo hace, en su afán de autoconocimiento para tomar mejores decisiones, para crecer de algún modo. Es en este sentido que esta colección conmueve e interpela, a 50 años de distancia, porque la pregunta por la identidad es siempre compleja y nos pone en evidencia tanto en lo que logramos articular como en lo que no. Lo oculto habla, lo que no aparece se presenta aun con más fuerza.
El libro Quimantú y la colección Nosotros los chilenos me parece que va al grano en su lectura de lo que fue esta colección y lo que significa para hoy en día. Critica y problematiza las nociones de identidad, cultura y política, y las relaciones entre ellas; el rol del Estado en los procesos de democratización cultural, y también la importancia de lo visual en las representaciones de la sociedad de la época.
Para la escritura de este libro, las autoras, Flavia Córdova, Almendra García-Huidobro, y Vicente Montecinos se dedicaron a recopilar durante tres años los 49 números de la colección. Y junto con este texto impreso, crearon el sitio web nosotrosloschilenos.cl, donde es posible leer la totalidad de los ejemplares digitalizados y la reseña del proyecto en el que se enmarca la página. Me parece una contribución realmente destacable el hecho de poner a disposición este material y junto con ello la memoria colectiva y popular de nuestro pasado reciente. Pero sobre todo la lectura que se hace de ello y la mirada crítica que se ofrece del proyecto cultural de la Unidad Popular. La disputa por la identidad: como se explicita en el segundo título que este libro tiene no en la portada sino en su primera página impresa.
El trabajo se divide en dos partes, la primera hace una revisión del contexto de la época y la relación entre cultura e identidad, el rol de la editorial Quimantú y el debate activo sobre cultura y política durante la Unidad Popular. En la segunda, la frase Nosotros los chilenos se torna interrogativa y se problematiza, se ingresa a lo visual como discurso, a las representaciones de lo geográfico, y, por supuesto, a la visión de las mujeres populares: los roles de género, la manera en que se presenta su trabajo y la capacidad de agencia política.

Es interesante cómo se destacan en el libro las nociones de arte y cultura, muchas veces esta última homologada a la de arte, entendida tal vez como un ente en movimiento producto de la capacidad creativa del ser humano. Y la noción de trabajo, que está al centro del materialismo y del cual los sujetos representados en diversos números de la colección no pueden escapar ni siquiera en los escenarios más hermosos, puesto que ellos, los paisajes y territorios, están allí también para el trabajo:
«(…) el paisaje cultural está marcado por la utilidad económica del territorio, al mismo tiempo que entrega dos caras de la juventud. Por un lado, muestra de manera también naturalizada a quienes deben trabajar desde temprana edad y, por otro lado, a los jóvenes citadinos de un sector económico acomodado, compartiendo en forma distendida y sin preocupaciones. Pero como el aspecto importante en este apartado son los paisajes que se habitan es relevante que, mientras en la zona oriente de la capital se vive cómodamente en plazas y parques, en regiones sus habitantes están supeditados a los trabajos del sector primario y su relación con la naturaleza es laboral, no de descanso o diversión”.
El texto trabaja ampliamente la noción de identidad, apoyándose en pensadores de diversos ámbitos, y establece una relación indispensable a la hora de interpretar la importancia de la colección dentro del proyecto de la UP. Así, en las primeras páginas se hace referencia al objetivo de expandir “una lectura de la identidad local dando cuenta de saberes, oficios, culturas y costumbres que, pese a ser muy comunes dentro de la vida cotidiana de las personas, no habían sido incluidas en los relatos nacionales ni en los medios escritos”. Más adelante se señala que la manera en que están articuladas las distintas representaciones de los y las chilenas —a través de fotografías y en donde muchas veces se trascriben literales las palabras con que se autodefinen— utiliza el registro coloquial para acercar así a un público no habituado a la lectura. Se buscaba “replantear los límites entre cultura popular y cultura oficial, y desde ese poder representar a los sujetos que, supuestamente, eran parte del proceso de cambio en curso”.

La idea de autoconciencia, citada en el libro a través de Gonzalo Leiva, aparece de manera muy interesante, puesto que un acierto del proyecto editorial habría sido socializar los ideales del proyecto político a través de contenidos culturales, es decir, que a través del arte y la cultura es posible acercarnos a nosotros mismos. Hall, también citado en el libro, lo explica así: “soy persona únicamente en la medida en que me reconozco como tal, y un grupo es tribu, pueblo o nación únicamente en la medida en que se comprende, se imagina y se representa en el marco de tales conceptos”.
En estos discursos identitarios y de pertenencia, sin embargo, tal vez son las mujeres quienes se vieron más limitadas en su representación. El libro lo evidencia en reiteradas ocasiones a través de citas textuales y fotografías. Y es que su participación pública y política estaba limitada, el lenguaje de la colección reproduce el lenguaje de una sociedad que aún no era consciente, ampliamente al menos, de su estructuración patriarcal. En este sentido, resulta valioso encontrarse con la participación de mujeres en la escritura de números fundamentales de la colección, como La lucha por la tierra, en el caso de Elisabeth Reiman; o el número Historia de las poblaciones callampa, a cargo de Cecilia Urrutia, quien también dirigió los libros La Antártida chilena, Los inventores obreros y Los minerales chilenos. Así también en el libro La emancipación de la mujer, a cargo de Virginia Vidal y Caricaturas de ayer y hoy, por Luisa Uribarri.

Todas estas consideraciones convierten a este libro y la puesta a disposición del material digital en el sitio web nosostrosloschilenos.cl en un valioso aporte a la saludable crítica y autocrítica en nuestros quehaceres creativos, pues permiten ampliar los materiales con los que nos imaginamos. Imaginar, imaginarnos, me parecen acciones claves para el presente, a la luz del pasado y bajo el sol (o demonio) del medio día (citando a Giannini) en el que parece estar de pronto nuestro ánimo.
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Nina Avellaneda nació en 1989 en Limache, en la región de Valparaíso, Chile. Estudió literatura en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y luego una maestría en estudios de arte y pensamiento en la Universidad de Santiago de Chile. Ha publicado los libros de relatos Heroína y La extravía, además de la novela Souza (Komorebi Ediciones), esta última traducia al italiano por Edícola Edizioni, prontamente editada en Argentina por la editorial Tenemos las máquinas. Ha ganado dos veces la beca de creación del Fondo del Libro y la Lectura. Actualmente vive en Valdivia y se encarga de una biblioteca escolar, va al trabajo en bicicleta, lee y escribe.
Instagram: @NinaAveces
Todas las imágenes que acompañan a este artículo, en portada e interiores, fueron tomadas del sitio Memoria Chilena, derivado de la Biblioteca Nacional de Chile. La ilustración de portada acompaña al cuento infantil La desaparición del carpincho.
Los afiches y fotografías usadas aquí fueron extraídas de las entradas de Memoria Chilena dedicadas a la Unidad Popular y la editorial Quimantú.