por Svetlana Garza
La realidad social está sostenida y atravesada desde hace siglos por una serie de dicotomías y binomios que en realidad son falsos contrarios. La traducción no está libre de esto: nociones como autor-traductor, original-copia, productor-consumidor se convierten en elementos antitéticos, colocados en uno y otro extremo de una recta que no existe. (Sucede lo mismo con separaciones más antiguas, como la división hombre-mujer, supuestamente basadas en las ciencias biológicas; pero por fortuna esas nociones se tambalean).
Como resultado, percibimos el mundo como una serie de antagonismos, en vez de entenderlo como una serie de relaciones de interdependencia y simbiosis. Por su parte, la teoría de la traducción ha caído en la trampa de discutir opuestos. Desde los inicios de los estudios sobre traducción, los teóricos se han preguntado qué tipo se debe aplicar cuando se trata de textos literarios: ¿domesticación o extranjerización? Es la llamada batalla entre “las fieles pero feas y las bonitas pero infieles” (la cantidad de prejuicios de los que está cargada esta frase, que ha permeado a toda una disciplina, es mejor ni contarla). Pero, ¿y si no es lo uno o lo otro? Antes de la existencia de los estudios de traducción como tales, e incluso dentro de los límites de esta argumentación bizantina, han surgido más de una vez otras alternativas.

Ya en el siglo XVII, el poeta y traductor John Dryden habla de tres formas de traducir: metáfrasis, “palabra por palabra y línea por línea”; paráfrasis, en la que “las palabras no se siguen tan estrictamente como el sentido”; e imitación, “donde el traductor asume la libertad no sólo de variar las palabras y el sentido, sino de abandonarlos a ambos”. Estas tres alternativas parecen corresponder a las propuestas por Vladimir Nabokov, aunque con una ligera variación de nombre. Al presentar su notoria versión de Eugene Onegin de Aleksandr Pushkin, el novelista ruso esbozó tres tipos básicos de traducción: la léxica, la literal y la parafrástica. Al igual que Dryden, Nabokov también prefiere “el término medio” como el método correcto de traducción (es decir, el “parafrástico” en la nomenclatura de Dryden y “literal” en la de Nabokov).
Sin embargo, ¿qué tan literal o léxica puede ser una traducción? ¿Cómo encontramos este “término medio” si ignoramos hasta dónde se extienden los bordes? A pesar de esto, las clasificaciones de ambos son valiosas porque al proponer tres variantes en lugar de dos comienzan a hablar de diferentes gradaciones, en lugar de meros opuestos. La realidad es que no hay una, ni dos, ni tres, sino tantas posibilidades como rayitas quepan en esta línea recta imaginaria (que tampoco es recta ni es línea).
Mucho más recientemente se han establecido nuevas posibilidades. La teórica literaria Gayatri Spivak define la traducción como un acto tanto ético como erótico: ético en la medida en que nos muestra nuestra humanidad compartida con el otro; y erótico porque reconoce plenamente a este otro en su alteridad y se acerca a él. Si le creemos a la pensadora india, la traducción no puede ser domesticante ni extranjerizante: no puede hacer ni una cosa ni la otra.
La traducción debe mostrarnos nuestra humanidad compartida con el otro, así como su (y nuestra) alteridad. Debe permitirnos vernos en lo que reconocemos de ese otro y maravillarnos ante lo que no. Debe, sobre todo, mostrarnos que el/la/lo otro no es un opuesto, sino otra forma distinta, y terrible, de ser Yo.

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Svetlana Garza
Estudió lengua y literatura inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde ahora cursa la maestría en literatura comparada. Es poeta, traductóloga y traductora de libros como Trozos de mí, del poeta beatnik Bob Kaufman; de la novela Entre actos, de Virginia Woolf; de La venganza del Saguaro, de Tom Miller, entre otros. También es autora del poemario de literatura erótica La Rinoceronta en el cuarto (Editorial Letras Líquidas). Su obra, además de en revistas independientes, ha sido publicada en el libro colectivo Fantasías desanimadas, de Editorial Literal, y en la antología Silueta: narrativa y poesía, de Colectivo Entrópico. Sus próximos dos libros de poesía están varados por la pandemia y nunca se ha ganado un premio. #jamásbecada
Facebook: @larinoceronta
Las ilustraciones de interiores y portada fueron elaboradas por Mary Bishop y tomadas de la Wellcome Collection.