La emergencia poética de escribirse a una misma

por Michelle Vázquez

Jan Rosagel imaginó Emergencia poética después de ir al mar. Jan Rosagel creó Emergencia poética en medio de la tormenta que supuso 2020 para todas.

La gran pausa —en la que resultó inevitable vernos a nosotras mismas— fue escenario para que, como Scheherezade, Jan nos mantuviera vivas día a día, prestando su voz a nuestras ancestras: mujeres-poetas, mujeres-escritoras, mujeres-creadoras, mujeres-artistas.

A través de la imagen y el texto, fuimos encontrando nuestras voces, hablando, verbalizando eso que nos lastima, que nos da miedo, pero también lo que nos apasiona, lo que nos mueve, lo que nos transforma.
Jan siempre se presenta como una mujer enorme, y cuando la conoces te das cuenta de que lo más grande que tiene son su corazón y su luz, que resultan ser flama y te encienden.

Es tan bondadosa con sus saberes que los comparte sin escatimar, lo que hace que sus laboratorios realmente sean espacios seguros de experimentación donde tanto las mujeres como las infancias podemos desplegar toda nuestra creatividad sin la constante carga patriarcal del canon y la academia.

Como yo experimenté muchas cosas hermosas en los tres laboratorios que tomé con ella, quise compartir con ustedes esta entrevista, en la que nos cuenta todo lo bello que tiene para ofrecer.

Autorretrato.

La poesía es una parte importante en tu quehacer diario, podría decirse que vives a través de la poesía. Cuéntanos cuál es tu relación con ella…

La poesía es mi casa, es mi madre, a veces mi hija. A las mujeres como yo no les pertenece la poesía; a las mujeres pobres nos la han contado como un lujo, como una técnica, como un instrumento difícil de comprender. Me la arrebataron desde siempre. Jamás pensé ser una mujer de versos. Hoy es mi mar y mi esperanza. La poesía para mí es justicia y ternura y, como puede ser profundamente humana, imperfecta.

¿Cuáles son tus autoras favoritas?

Me gustan mucho Alejandra Pizarnik, Cristina Peri Rossi, Cristina Rivera Garza, Clarice Lispector, Pita Amor, Gloria Fuertes y todas las mujeres orales que no escriben pero que cuentan. Las narradoras orales para mí son seres extraordinarios.  

En tus laboratorios siempre empiezas con un relato; usas tu voz para transportarnos a ese otro espacio que estamos a punto de crear. Los relatos normalmente vienen de tradiciones orales que, desde tu experiencia como narradora, utilizas para construir puentes entre mujeres. ¿Qué es para ti la oralidad?

La oralidad es el origen, es un poder y un regalo de la naturaleza. Ella es la madre de la escritura, toda escritura es una extensión de la oralidad. Somos un cuerpo que tiene la capacidad de construir y emitir sus sentires a través de su voz. Eso, para mí, es un milagro.

La naturaleza le dio a cada ser su sonoridad; la oralidad es la nuestra. La oralidad es un misterio para la ciencia, su genealogía es ancestral. Toda comunidad tiene lenguaje oral y no siempre escrito. Hay cientos de lenguas que no se escriben.

La oralidad está viva, y todo lo que está vivo cambia, muere y nace con  constancia. Además, la oralidad la ejerce cualquier mujer sin importar la jerarquía social. No es como la escritura; la oralidad se ejerce día a día y no hay mujer que no tenga voz, que no emita su voz, aunque sea tímidamente. El mundo actual la ha devaluado mucho, pero si hacemos una revisión histórica de cuando la humanidad era oral, vemos cómo la relación con la naturaleza era mejor, porque la escucha y la herencia de historias resultaba vital. La oralidad, entonces, es una cuestión de sobrevivencia y de cuidado. 

Esto no es un libro, es una vulva.

En este orden de ideas, ¿cuál crees que es la importancia de usar nuestra voz como mujeres?

La voz como mujeres siempre ha estado presente: en el útero la voz de nuestra madre y su latido nos acompañan y cobijan. La voz es la que nos recibe al mundo, la voz es una herencia materna, somos las sembradoras del lenguaje. Es importante jamás olvidarlo.

Actualmente se están prefiriendo espacios exclusivos para mujeres, ¿por qué crees que sea importante hacer esta separación?

Es muy curiosa esta pregunta. Siempre han existido los espacios exclusivos para nosotras las mujeres, sólo que ahora que los nombramos y elegimos como una postura política y de cuidado se nos cuestiona, pero ésa es la ley patriarcal. Mi respuesta ante un mundo mirado desde el patriarcado es ésta: las mujeres necesitamos reposo y espacios de escucha y diálogo, espacios que ayuden a reconstruir nuestros lenguajes y poéticas sin la mirada y aprobación masculina. Son espacios hermosos, por cierto, de mucho poder y sentipensares que construyen resistencias, porque renunciar y rebelarnos a la aprobación patriarcal es liberador. 

Cuéntanos sobre la plataforma desde donde brindas estas experiencias, tu proyecto Emergencia poética…

Pues la querida Emergencia poética es un brote. Somos hijas de la desgracia porque nacimos en la pandemia como forma de sobrevivencia colectiva. Este proyecto ya era un latido que tenía desde hace tiempo y que no me atrevía a construir, pero como buena madre que nos arroja del nido, heme aquí volando.

Emergencia poética es un proyecto autogestivo y experimental para  construir poéticas con mujeres y las infancias. Hacemos principalmente laboratorios de experimentación escrita y visual, tenemos una fanzine y varios conversatorios.

En pocas palabras, un lugar para soñar colectivamente.

La pregunta y el hallazgo.

Aparte de los laboratorios para mujeres, también tienes laboratorios para las infancias. ¿Desde dónde trabajas con ellas?

Con las infancias trabajo desde la incertidumbre. La infancia es un periodo humano hipersensible, indómito; me desarma todo el tiempo, son hackeadores por excelencia. Su ternura y mirada son salvajes y, por ello, feroces. Yo trabajo poesía con ellas y ellos, la expongo desde el juego y la pregunta. La pregunta es fundamental para hacer emerger el poema; la pregunta siempre tiene que ver con su vivencia, desde las palabras y los sentires que conocen.

La infancia me trae siempre al presente y a la palabra honesta. 

¿Qué has aprendido a partir de los laboratorios que impartes?

Todos los laboratorios que he impartido me mostraron que el proceso educativo es también un proceso creador y que las mujeres tenemos una urgencia por sanar y recordar quiénes somos y de dónde venimos. Es impresionante el parecido de nuestras historias.

Las mujeres tenemos un poder creador hermoso y brutal, sólo hay que provocarlo. Hay que jugar un poco más en esta vida.

La experimentación, el juego, la imagen.

La escritura es parte fundamental de todos tus laboratorios y de tu experiencia vital, ¿cómo la vives?

La escritura para mí es una batalla; es donde más veo a mis fantasmas. Tengo dos tipos de escritura: la que fluye naturalmente, que se da al ver y sentir la vida, y la escritura forzada, la que es un pendiente, un encargo, una tarea. Sufro mucho cuando tengo que escribir para alguien, tengo que huir de mí misma para poder escribir, pero ya que inicio fluyo como agua de río. Es un trance bellísimo, una especie de magia. Mis versos siempre están mojados y a veces dejo la marca que dice: aquí dejó una lágrima.

Siguiendo con la pregunta anterior, entonces ¿cuál crees que sea la importancia de vernos y escribirnos?

En muchos cuentos ancestrales, las mujeres pierden los dientes por el amor, pero el amor antes no era pérdida para nosotras; hoy sí. Estos cuentos orales siempre fueron contados por mujeres, de generación en generación, como mapas de vida.

Siento que el acto de remirarnos y reescribirnos de forma colectiva e individual ayuda a construir un mapa para leernos, para encontrar caminos. La escritura es, entonces, un mapa de revelaciones y representaciones indómitas; es la posibilidad de construir nuestra libertad. 

Breve opulencia que fluye.

***
Michelle Vázquez

Orgullosa sagitariana, fan del arte contemporáneo y de las películas del llamado “cine de arte”. Tiene una relación amor-odio con la academia, pero encontró en la docencia una trinchera política. Piensa en la educación como un espacio de experimentación y diálogo que permite la interacción desde lugares más amables. Entre sus actividades favoritas están ser feminista, viajar, dormir, bailar y comer.
Twitter: @Mich3ll3_07

Todas las imágenes son obras de Jan Rosagel.

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