por Emmanuel Vizcaya
A las afueras de la ciudad existe un peculiar negocio funerario que ofrece cremaciones para enamorados. Desde su apertura ha sido un éxito, visitado al mes por cientos de parejas perdidamente enamoradas. Perdidamente es la mejor forma de decirlo. Su enamoramiento ha llegado tan alto y tan lejos que no soportan estar ni un sólo segundo o milímetro separadas, entonces deciden cremarse, unirse para siempre en las “llamas de la pasión”. Éstas y no otras son las verdaderas llamas, cualquier idea de la pasión que hayamos tenido antes es errónea. El amor consume. El amor es un incendio. Las opciones ofrecidas del servicio son dos: compartir la urna después de haber sido perfectamente mezclados, o la creación de una escultura con la ceniza de ambos que se somete a solidificación. Los siete hornos del complejo no se dan abasto. A las parejas se les recuesta desnudas sobre una especie de hamaca de hierro donde se abrazan y abrasan; incluso hay quien decide tener ahí su último encuentro sexual. Los potentes lanzallamas disparan el chorro casi blanco de tan rojo en diferentes ángulos y tres horas después las cenizas se barren procurando mezclarlas lo mejor posible. Nosotros llevamos formados desde el mediodía y ya va a anochecer. Estamos a punto de ser incinerados juntos en un radical acto de amor. Nos colocarán sobre la hamaca y ahí nos fundiremos. Pensándolo bien, quizá ya venimos un poco incinerados de hace tiempo. Tenemos la mayoría de edad y la ley no nos persigue, así que dejamos todo en orden. Somos los siguientes de la fila y nos piden que ya nos despojemos de la ropa. Nos toca el segundo horno de la izquierda. Me acerco a tu oído y pronuncio el “te amo” más incandescente del mundo. Comenzamos a sudar.

***
Emmanuel Vizcaya (Ciudad de México, 1989). Escritor. Ha publicado ensayo, cuento y poesía. Con frecuencia imparte talleres de escritura creativa y produce el proyecto de música electrónica ROTTTOR. Experimenta con literatura en redes sociales desde la cuenta de Instagram e_vizcaya
Imagen principal tomada de pexels.com
Imagen de interiores de Jacob Mejicanos tomada de Unsplash