Además de escribir versos, el poeta argentino Nicolás Antonioli navega un bote por los ramales acuosos al norte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la localidad de Tigre, que vio escribir a Haroldo Conti y Rodolfo Walsh entre sus cortinas de mosquitos; impulsa un proyecto editorial enfocado en Latinoamérica, Baldíos en la Lengua, e imparte clases de literatura en Martínez, en torno al mural de un par de carpinchos preparados para la catástrofe postecnológica.
Altura desprendida tiene el privilegio de compartir una muestra general de su obra, persistida desde hace casi veinte años, en un recorrido cronológico que ambiciona convidar a más.
dies veneris
mi mano sobre mi mano
nombrando la palabra muerte
mis labios
un jardín antes del jardín y de la tarde
una flor antes de la flor
que hiere
antes del antes
el gnomo del centro
con mis dedos bailando en la verja
quiero liberarlo lo quiero conmigo
comisuras besar sus ensangrentadas
llenarme de sangre los dientes
en clavándome alfileres las manos
su triste condición de piedra
mi pobre cobardía de huesos
mi infancia baila delante de sus ojos
me oculto en la brisa
y agito su bandera
mi cuerpo atascado en los barrotes
mi miopía
y flameando
la fecha de mi muerte
de se necesitan ojos, 2005
la verdad
la verdad como una circunvolución al despropósito
una diéresis de apogeo sin espasmos
si fuera tan fácil rodearse de utensilios de cocina
para despertar el hambre de los tiburones de tierra
pasa algo en la subordinación de avemarías
pero no las algas se pudrieron por omisión
cuesta tanto cruzarse una herida de lado a lado
sobre una y otra oreja y sin espantarse
y sin doblegar al insulto
la memoria amanece dos veces en la noche
como una doña que se despierta sobresaltada para escuchar
toda la muerte de su hijo en la guerra de los otros
y de las otras
pertenezco a una generación
(declamación de osvaldo lamborghini)
tras esa sobriedad que suele tener quien cierra una ventana
o baja el volumen del televisor para marear el fluir denso de la vida
renuncio a seguir hablando de la muerte
olga
se sale mi boca que bracea sobre un piélago de miseria
entra en esa alcantarilla desolada como un puño
mi brutalidad
digo como una palabrita de esas malas que encallan
en mi lengua
que ahora le pertenece a cualquier impostor
con una vocal chorreándole la comisura
abro un ojo y veo deformidades y oculto con mi dedo un trozo de parís
una en cualquier parte que entra al condominio de una voz huérfana
dijeron que se acerca brutal como todo lo que se evoca
trae su piel sobre su piel otra piel de utilería
que dan ganas de mascar
quedan pocos olores por descubrir
de muñecas/maniquí/muñecas, 2009

Haití en los ojos
en esta noche en la que todos perdimos la cabeza perdimos el espíritu parte del cuerpo disuelto en la arena/ el desierto que nosotros ideamos para nuestra propia extinción/ el pueblo haitiano se cae/ lo caen/ y con él se desintegra lo humano que había/ la noche es triste más triste sin los hijos/ los padres a punto de conocer la muerte/ ya es asilo y vanidad lo que queda en este sitio que antes permitía nuestra desidia/ el ahorcamiento de algunos huéspedes ingratos/ un hombre devana a una mujer/ esa señora es vientre del mundo/ un hombre es engendro en la prisión/ mientras no entiendan/ mientras la sombra flaca cae en los párpados de los caídos/ bastaba con pedirnos la muerte (dialogan)/ qué está arraigado en nuestra carne/ sólo los perfumes violentos retroceden de nuevo a la piel/ un muerto haitiano grita en mi ventana/ toda la sed/ se atraganta/ toda la sed/ el latido que fue último no
de la plaqueta mandinga, 2011
Montiel
Montiel
es la calle del no amor
pedazos de mujer volando bajo
más o menos a la hora del ritual
pasos cortos la luna destripada en los pies
bajás por Cruz pidiendo que el árbol quede árbol
besos amargos y moras silvestres
lo espontáneo que se estila
por Montiel
más o menos
a la hora del ritual
volando
te persigue tu tormenta personal
despedaza la piel y los sueños
aquel cigarro que incinera soledad
palabras crudas no bailan más
del norte baja Montiel señor atemporal
guaridas de tu carne vuelta res
el tipo de la calle en que vos / la luna la no muerte el amor
todo todo todo hasta palabras al revés
todos hambrientos devoran el aire que dejás
letra de rock argentino publicada en mansalvar, 2012,
con demo disponible aquí
Abrazo de oso
Gritame desde ahí
si no te ciega tanta sombra
gritame de ahí
de ahí nomás
Alguno cambia espejos de artificio
por besos de un solo dolor
¿Por qué no olvidar el pasado ayer?
Atrapar mariposas con tu blusa
el viento subraya la nariz del maleficio
eco de ruidos se demudan
Él siempre hombre / ella siempre otra
Pelo dulce en mi cama de amar
Abrazos de oso que se dan dos impostores
Pedime que sea/ todo eso/
Que sea/ un roce
(tu loba gris/ huyendo por Lacroze)
El último beso dice de mi sed
Cómo me gusta no decir
Respiramos / nadie nos puede encontrar
Gente rara / nadie nunca nada
Los veo desde tu hombro
Animales salvajes se vuelcan sobre el bosque
Cosquilleo en la oreja (lo mismo que vos)
Zumbido en la panza (lo mismo que vos)
¡Oigan mariposas que paseo!
Hay un campo de rosas
es verano muerdo rosas // y hadas
Después todo es la sombra
encima
Encima del silencio
Encima de la sombra
letra de rock argentino publicada en el libro mansalvar, 2012,
con demo disponible aquí
Arte de la escritura
el hombre del que hablo
dice de la tortura del que llora hasta matar
como una improbable sucesión de caídas
es que lo han sojuzgado
ya no desea la calma del último silbo
de la primera ave que rasga una imagen de lo cierto
esa mano que se resguarda de la lluvia
va a degollar al que difiera
asustados y así de erróneo dejamos
todo lo que se escribe
del libro mano emplumada, 2013

Limonero Real
Cortáronte achuráronte mutiláronte
La planta debe morir
Ensañáronse regocijárosle sonriéronse
La planta debe morir
Afilároslo probároslo utilizároslo
La planta debe morir
Masacráronte asesináronte suicidáronse
La planta debe morir
Ignoráronte apuñaláronte matároslo
La planta debe morir
Prohíbase talároslo
La planta debe morir
Jugáronte ramificáronte existiéndose
La planta debe morir
Podáronte dijéronse mintiéronnos
La planta debe morir
Fructificábaste sobrevivíaste obsequiábaste
La planta debe morir
Condenáronse criminalizáronte
La planta debe morir
Mansilláronte angustiáronnos
La planta debe morir
Fustigáronte resistísteles
La planta debe morir
Chicaneáronse falleciéronte
La planta debe morir
Enardeciéronme poetizábanme
La planta debe morir
Encadenárosle agoniáronte
La planta debe morir
Estroláronme castigárosle
La planta debe morir
Empecinárosle amasijáronlo
La planta debe morir
Bebiéronte exprimiéronte degustáronte
La planta debe morir
Juzgáronte opinárnoslo meditároslo
La planta debe morir
Sorprendiéronnos muerteáronte
La planta debe morir
Perdonábaslos silenciábaste
La planta debe morir
Reprimiéronte maldijérase
PUTEÁBAMOS
En honor a la planta
Mariano Simón Antonioli
qué secreto nos iluminaba
el que coleccionaba pájaros
decía que era por el bien de las aves
creador de paradojas
como aquella de estar rodeado de cosas que emiten sonidos
de tocar la armónica con efecto estéreo
de hablar como jilguero o cardenal
de adiestrar chingolos
de sentir o ver poesía en las cosas en la sonoridad
en el imperturbable zumbido de su sordera
rompía el silencio
como si la sombra de su garganta
o el tímpano fuesen el lugar desde donde volaba
al instante del canto
el que coleccionaba pájaros
sabía algo de la libertad
del libro las carnes ayunas, 2017

Miguel Ángel Bustos
No te cambio mis huesos por uvas de la tierra
No quiero despabilar mi piel con lunas y tierras alumbradas
Con cercanías erguidas
como una serpiente en la luz
No siento ya una claridad
que me libere en cegueras de la vida
Que ya es vida para ser un artificio de la muerte
Reflejo de un cogollo que es tu múltiple mentira
Tu plural desesperanza
¿Te olvidás del asesino? ¿Aquel que te prohibió
volver con odio a la vida?
Cómo oyen sus oídos a todos
Cómo hieden los árboles a fragancia de tiniebla
Cómo perdura su voz en un viejo dialecto de ojos
Cuánto va a faltar del odio que tenía como sea
un algo de sangre en los desagües del alma
Un numeroso aplauso marca mi huida por
la plácida vigilia
Mi carne uniéndose en tu palma
Atardece
Un gato pierde su canto en las trizas del mundo
Cómo hieden los árboles a fragancia de tiniebla
Cómo perdura su voz en un viejo dialecto de ojos
como una serpiente en la luz
Genocida
nacerá monstruo
vivirá como humano aparente
se alimentará de los restos del cierzo y de las sombras
roerá huesos y olvido
como criatura destemplada del mundo se arrastrará
el decir lo atormentará en los suburbios de sus pensamientos
transcurrirá con dolores profundos en su interior
con una falta grave con una torpeza para amar
sus cinco tentáculos su sangre diferente
su debilidad y las enfermedades múltiples
lo atormentarán hasta el último día
y morirá como una partícula menor
como un ser innecesario
y arderá y arderán sus ojos y su seudoboca amorfa y su voz tácita
engendro como es nunca podrá pronunciar
la palabra “madre” sin herirse a sí mismo
de la plaqueta diecinueve, 2018
(lo que se borra muere incomprendido
o vive agazapado como un pelotón furioso)
del libro inédito Un solo de golpes
La imaginación
es difícil imaginar en ausencia de sentido
reconstruir con palabras
lo que no pertenece al lenguaje
el río definitivamente no está
ni en la palabra río
ni en el recuerdo del río
ni en el sueño del río
ni en la imagen acústica
ni en las determinaciones
que pueda ensayar la mente
la imaginación no alcanza
si para algo sirve esta pandemia
es para demostrarnos
traernos a la realidad
a la simple mendicidad
de lo que estando al alcance
fue ignorado repelido
la fragilidad de la especie
la conciencia de saber que una mosca
es más libre que el pensamiento del primer hombre
el pensamiento colectivo
de toda la humanidad
en este momento se aplasta
se desintegra
la pregunta por el desamparo
la pregunta por el futuro
que se agenció
plagado de pandemias sucesivas
denotarán la involución
la desazón del planeta
ante la siniestra plaga
de los humanos
ese bicho maldito
que lo echó a perder todo
en unas semanas o siglos o eras
o tiempos antediluvianos
suspendidos en el cosmos
en el espacio abierto
en los mundos posibles
en los ríos posibles las cordilleras posibles
los seguramente mares que nadie escribirá
inédito, 2020
(en esta costa de río se ejerció
la libre idea de reencarnar
en árboles pájaros cosas
acá está todo el sentido:
un gorjeo de humanos a punto de ametrallarse)
de Antología de Poesía Argentina actual, Cuba, 2023

***
Nicolás Antonioli nació en Florida, provincia de Buenos Aires, a las 19:30 horas del sábado 19 de enero de 1985. Profesor en letras, escritor, editor y gestor cultural. En poesía publicó: sentires del alma (2004), se necesitan ojos (2005), muñecas/maniquí/muñecas (2009), mansalvar (2012), mano emplumada (2013), monólogo alucinado e interminable del sargento Cabral (2013), las carnes ayunas (2017) y cosmografía marciana o polvo suspendido en un rayo de sol (2022). Poeta invitado al 28°, 30° y 33° Festival Internacional de Poesía de Medellín (2018, 2020 y 2023). Coorganizador del Festival Independiente e Internacional de Poesía y Prosa del Atlántico Sur 2023. Premio Binacional de Poesía ArBol (argentino-boliviano) del Ministerio de Cultura de la Nación Argentina y del Ministerio de Cultura del Estado de Cochabamba (Bolivia), 2014. Beca Creación 2021 en Letras del Fondo Nacional de las Artes (Argentina). Como director de la editorial independiente Baldíos en la Lengua obtuvo el subsidio Fomento al Sector del Libro 2023 del Ministerio de Cultura de la Nación Argentina para la edición de Antología Poética Braille y Señas, compilación de poesía argentina contemporánea accesible para ciegxs y sordxs, con transcripción al braille y la lengua de señas argentina. Entre otros idiomas, ha sido traducido al quechua, inglés e italiano.
La pintura en la portada es el cuadro Pareja, de Xul Solar. Esa y todas las imágenes de interiores fueron tomadas del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
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