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La inserción disruptiva de Scream en el subgénero slasher

El cine se reconfigura en la reelaboración paródica, que es crítica.

Jessica Morales Aguilar

Drew Barrymore, actriz hollywoodense altamente conocida en la década de 1990, abarca el mayor espacio dentro del póster de Scream. En la preproducción aceptó el papel protagónico: Sidney Prescott, una joven preparatoriana afectada por el brutal asesinato de su madre. No obstante, durante el rodaje optó por Casey Becker, quien muere en la tensa secuencia inicial. La actriz más popular del elenco no vuelve a aparecer en el largometraje, por ello, se rompe el horizonte de expectativas. Este constante desafío predominantemente paródico de Scream a las convenciones del subgénero slasher la insertan en el mismo.

Hablo de género, en este caso el slasher, como a veces se habla de género literario. Considero, a la luz de Claudio Guillén, seis aspectos condicionantes: históricos, sociológicos, pragmáticos, estructurales lógicos y comparativos. Estos implican fenómenos de recepción e intertextualidad, es decir, sobre la percepción de los espectadores y sobre la presencia de un texto dentro de otro, como las referencias. La tardía producción de Scream para el esplendor slasher implica el aprovechamiento de los elementos genéricos para transformarlos.

Entre las década de 1970 y 1980 se estrenaron The Texas Chainsaw Massacre (1974), Halloween (1978), Friday the 13th (1980) y A Nightmare on Elm Street (1984), caracterizadas por los sangrientos ataques de asesinos seriales enmascarados con poderes sobrehumanos a adolescentes cuyas personalidades marcan el orden de su muerte o, en el caso de la final girl, su salvación. Asimismo, se desarrollan dentro de lugares contenidos marcados por sucesos trágicos, como pueblos pequeños o campamentos. Por lo tanto, se construye un género al compartir tanto rasgos temático-argumentales como otros elementos significativos: personajes, comportamientos y lugares de acción.

En Scream se aprecia la huella de las películas que conformaron el género sin que por ello se conforme con pasar lista a las características que el espectador espera. Por ejemplo, el antagonista, conocido como Ghostface, carece de poderes sobrehumanos. En cada agresión las víctimas se libran temporalmente de él al golpearlo, al lanzarle botellas o al aprovechar sus tropiezos para huir; aunado a ello, se confirma su igualdad de condiciones con el resto de los personajes al revelar su doble identidad humana.

Nick Castle durante la elaboración de Halloween (John Carpenter, 1978).

La figura del asesino residía anteriormente en un ser con personalidad intransferible: sólo existen un Leatherface, un Michael Myers, un Jason Vorhees1 y un Freddy Krueger, ni siquiera se separan de sus particulares apariencias. Esa unicidad permite que tanto la audiencia como los personajes identifiquen de quién huir. En cambio, la aproximación a Ghostface conlleva un suspenso distinto: “They sell this costume in every Five-and-Dime in state”. Lo anterior convierte al disfraz en un recipiente hueco desprendido de unicidad, cualquiera podría llenarlo, incluso alternadamente. La policía, los medios de comunicación y los estudiantes amenazados no saben de quién protegerse, sólo reaccionan ante las agresivas llamadas telefónicas o ante la túnica negra con máscara blanca.

Para desenmascararlo deben seguirse atentamente los correlatos. Hagamos entonces como propone Wolfgang Iser, teórico de la recepción: así como los textos se actualizan en tanto el lector los procesa, en este caso los sucesos presentados en pantalla se entretejen a través del entendimiento expectante. La dosificada información narrativa se divide en dos planos ocasionalmente paralelos de recepción: las sospechas de los personajes, cuya visión es limitada, y quienes vemos la película. Ambos se orientan en sentidos similares porque Sidney Prescott, Randy Meeks, Billy Loomis, Stu Macher, Tatum Riley y la mayoría de los jóvenes en Scream conocen tan bien la fórmula del género como los seguidores del mismo en nuestro plano: “There’s a formula to it! A very simple formula!”. En consecuencia, el corpus slasher funciona como manual de supervivencia, como guía deductiva o como inspiración homicida.

El último caso se presenta a través de Billy y Stu, quienes buscan evadir la responsabilidad de encarnar a Ghostface mediante una narrativa en la que el padre de la protagonista masacró a los adolescentes de Woodsboro debido a un brote psicótico. Ambos se acuchillan mutuamente mientras Sidney recrimina sus enfermas acciones, pero Billy responde: “Don’t you blame the movies! Movies don’t create psychos, movies make psychos more creative!” Aunado a ello, muestran intertextualidad directa al citar a Anthony Perkins en Psycho (1962): “We all go a little mad sometimes.” Los asesinos usan las convenciones de género para guiar la atención de los investigadores y de la opinión pública.

Uno de los afiches más creativos que acompañaron la película.

En el plano externo a la diégesis, los mecanismos se emplean semejantemente, pues las expectativas construidas a través del tiempo por los slashers predecesores permiten que los creadores rompan las convenciones para sorprender a la audiencia. Kevin Williamson, el guionista de Scream, desplaza la esperada singularidad antagónica para introducir una inesperada pluralidad. La base para la revelación se establece, nuevamente, a través de los correlatos dispuestos en el montaje y reforzados por la mencionada guía deductiva.

La escena que sigue a la secuencia inicial ejemplifica lo anterior. Ésta transcurre durante la misma noche, pero en la habitación de Sidney, quien escucha ruidos exteriores. La nula visibilidad de la fuente sonora genera tensión, pues podría tratarse de un segundo ataque; sin embargo, se frustra esta alternativa al presentar a su querido novio, Billy, como un visitante inesperado. Él vuelve a colarse por la ventana en una ocasión coincidente con el primer encuentro entre su pareja y Ghostface, el cual la llamó por teléfono antes de perseguirla. Ella corre a abrazarlo, el movimiento brusco provoca la caída del celular que el enamorado cargaba consigo: se cuestiona su inocencia, por lo que lo arrestan.

Hasta el momento, se señala a Billy como criminal, pero otros dos sucesos disipan la desconfianza: Sidney recibe una intimidante llamada mientras él aún se encuentra detenido; además, Ghostface lo asesina. Al final, él mismo confiesa sus crímenes junto con Stu, su falsa muerte sirvió únicamente como distracción. La constante intriga del largometraje funciona porque constantemente se reconfiguran las expectativas, se transforma lo recordado para modificar aquello que la audiencia espera para el flujo narrativo dentro de un marco verosímil. Iser estaría orgulloso de que nos demos cuenta de todo ello.

Estas múltiples actualizaciones ocurren durante la fiesta de Stu, específicamente cuando los preparatorianos ebrios exigen ver un plano en Halloween donde Jamie Lee Curtis muestre los senos, pero Randy Meeks declara su condición de final girl, el arquetipo de mujer virgen superviviente. Consecuentemente, explica lo siguiente: “There are certain rules that one must abide by in order to successfully survive a horror movie. For instance, number one: you can never have sex […] Sex equals death. Number two: you can never drink or do drugs. […] It’s a sin! It’s an extension of number one. Number three: never, ever, ever, under any circumstances say ‘I’ll be right back’, because you won’t be back.» En un momento tan cercano al desenlace, el resumen de Randy vincula la intertextualidad con la recepción para construir horizontes de expectativas sobre lo que acontecerá.

Asimismo, la intertextualidad apoya tanto el establecimiento como la modificación de las esperas a través de las citas y las alusiones, elementos frecuentes en Scream. El diálogo citado en el párrafo anterior implica el conocimiento de los emisores —el autoconsciente personaje Randy y el guionista Kevin Williamson— respecto a las obras precedentes del subgénero, las aluden a través del resumen. Este ejercicio de alusiones también se usa para ejemplificar con un fragmento de Halloween la restricción sobre las interacciones eróticas, el cual transcurre paralelamente al encuentro sexual entre Billy y Sidney: al perder su virginidad se intuye una tragedia venidera. No obstante, ella sobrevive, elimina un requisito antes indispensable para sobrevivir, así que de nuevo desafía la convención.

En la secuencia posterior a la muerte de Billy, Randy ofrece su conocimiento como experto en fórmulas slasher: “Careful! This is the moment when the supposedly dead killer comes back to life for one last scare”. En efecto, el antagonista revive, aunque Sidney lo remata para garantizar su seguridad. La secuencia descrita parodia escenas como el cierre de Friday the 13th, cuando Jason emerge sorpresivamente del lago para llevarse consigo a Alice; replica el recurso de inesperado susto final, pero se burla del mismo al anunciarlo. La parodia junto con la ironía, la sátira y lo grotesco mantienen funciones intertextuales posibilitadoras de la ampliación genérica a partir de un uso crítico de las convenciones.

¿Holi?

La intertextualidad en Scream abarca sólo al género slasher, entendido como un modelo conceptual pensado a partir de obras canónicas. La podemos observar desde la conversación telefónica entre Casey y Ghostface, cuando hablan sobre sus películas favoritas de horror. La distorsionada voz califica a A Nightmare on Elm Street como aterradora, pero su interlocutora responde: “Well, the first one was, but the rest sucked.” Tal refutación evidencia el disgusto por los repetitivos mecanismos slasher explotados en franquicias. Indirectamente, también deposita confianza en el cineasta Wes Craven, director tanto de Scream como de la única entrega decente (según Casey) de A Nightmare on Elm Street.2

Uno de los recursos que no podemos obviar es la precisión con que se emplea la ironía. Durante una conversación, Sidney le revela al antagonista su aversión a las erradas decisiones que toman los personajes en las películas de horror sólo para acrecentar el suspenso: “They’re all the same. Some stupid killer stalking some big breasted girl, who can’t act, who always runs up the stairs when she should be going out the front door. They’re ridiculous.” Al finalizar la conversación, la protagonista cierra la puerta principal, así que opta por subir las escaleras como evasión al ataque de Ghostface en vez de huir hacia el exterior. A pesar de que las expectativas creadas por su diálogo apuntaban hacia una dirección opuesta, se aplica el mismo recurso tensional convencionalizado.

Una operación similar ocurre con Randy ebrio mientras aconseja a Jamie Lee Curtis, protagonista de Halloween: “Watch out, Jamie, you know he’s around. There he is, I told you, I told you he’s around the corner. Jamie, look behind you!” La presencia de Michael Myers se anuncia a través de un sonido extradiegético convertido en metadiegético cuando Ghostface aparece simultáneamente en el marco de la puerta, detrás de Randy: “And if he had followed his own advice, he would see the Ghost Masked Figure that stands directly behind him”. Nuevamente, la ironía se emplea para criticar el subgénero donde se inserta la película, a pesar de su carácter disruptivo.

Las obras canónicas slasher de las décadas de 1970 y 1980 delimitaron las fronteras dentro de las que se situó Scream para, a su vez, expandirlas. No obstante, romper con los esquemas implica un cruce con campos distintos, lo cual difumina las diferencias genéricas: eventualmente los puntos de contacto entre obras dificultan el establecimiento fronterizo. Surgen dudas respecto a la clasificación del largometraje por su sentido paródico e irónico, puesto que otras cintas comparten esas mismas características sin pertenecer directamente al horror; el ejemplo más notorio es Scary Movie (2000).

Las dos películas mantienen lazos tanto en sus modelos como en personajes ⸺hasta el mismo antagonista⸺ y en el nombre. Kevin Williamson llamó Scary Movie a su guión noventero, pero los hermanos Weinstein rechazaron la propuesta para reemplazarla por Scream, homónima de la canción de Michael Jackson. Los títulos suelen reflejar la esencia de las obras, por lo que la etiqueta “película de miedo” obviaría jocosamente el contenido, objetivo común entre ambos filmes, ejecutado de manera distinta.

La consolidación de un estilo.

Por un lado, la intertextualidad en Scary Movie también suele remitirse sólo al universo del horror, pero ahora con un tono predominantemente cómico desprovisto de la crítica genérica particular de Scream, más todavía de la autocrítica. Asimismo, los asesinatos mostrados en cada una no poseen el mismo nivel de brutalidad. La secuencia de apertura con Casey culmina con un plano de su cuerpo destripado en un árbol, el cual encuentra su madre, quien grita horrorizada. En cambio, la imitación en la película del 2000 dura seis minutos menos que su fuente de inspiración, ni siquiera utiliza los mismos cortes ni sonidos para crear tensión. Aunado a ello, culmina con un atropello en el que la única mutilación sufrida por la víctima corresponde a un implante de seno extirpado.

Las reacciones de los personajes en Scary Movie desvían completamente los horizontes de expectativas generados por el slasher, ya que suelen tornarse absurdas con efectos irrisorios. Scream combina humor con miedo a través de su montaje audiovisual; sin embargo, prioriza al segundo.

El corpus integrado por Texas Chainsaw Massacre, Halloween, Friday the 13th y A Nightmare on Elm Street también se articula a través del miedo causado tanto en sus víctimas como en sus receptores, aunque con fórmulas calcadas en cada secuela, lo cual eventualmente agotó a la audiencia. El mantenimiento genérico a través del tiempo depende de su capacidad expansiva, esa que le permite integrar nuevos elementos a sus paradigmas para transformar los horizontes de expectativas en cuanto al contexto donde se instauran.

La estructura de Scream se remite al slasher con una visión ampliada sobre sus antecesoras, en principio podría crear otro género o un contragénero. Sin embargo, no lo hace en su totalidad, más bien se inserta críticamente en el género a través de una perspectiva contragenérica, aquella que también le permite usar las convenciones de dos modos: como un medio para replantearlas y como un vehículo para la autocrítica. La película cambió las reglas, pues una final girl se desprende de su virginidad sin condenarse automáticamente a morir, la figura antagónica se alterna en distintos recipientes y ya no se necesita fuerza sobrehumana para atemorizar los pueblos que los slashers acechan.

Cine que se comenta a sí mismo vía telefónica.

Notas

1. Cabe precisar que al final de la primera entrega de Friday the 13th se adjudican los acontecimientos en Camp Crystal Lake a Pamela Vorhees, madre de Jason,. El icónico asesino aparece hasta la secuela.

2. Otra muestra de intertextualidad relacionada a Freddy Krueger ocurre en un cameo donde Wes Craven interpreta a un conserje llamado Fred, quien viste un suéter rayado y un sombrero.

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Jessica Morales
es estudiante de lengua y literaturas hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Le interesan tanto la literatura como el cine de horror. Si encontrara un fantasma, probablemente huiría de ella.
Instagram: @carmilla_of_otranto

La imagen de portada muestra a Drew Barrymore caracterizada para Scream. Como todas las interiores, fue tomada de la Internet Movie Data Base.

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