por Andrea P. Barrera Arrazola
El 27 de febrero del 2021 se cumple un año del primer caso de covid-19 en México. A la fecha, según datos de la Secretaría de Salud federal, en el país hay 2 millones 43 mil 632 contagios acumulados y 180 mil 536 muertes estimadas. Una pandemia que parece sacada de la ciencia ficción en pleno siglo XXI.
Desde entonces, los esfuerzos por conocer el genoma del virus, encontrar tratamientos efectivos contra la enfermedad, desarrollar una vacuna y, no menos importante, entender cómo llegó el SARS-COV-2 a los humanos no han cesado.
Todos estos retos de la ciencia están envueltos por disciplinas como la genómica, la medicina, la biología, la epidemiología, la estadística, las matemáticas, la zoología, las ciencias ambientales y un largo etcétera de especialidades, cada una aportando desde sus campos del conocimiento lo necesario para llegar a un mejor entendimiento de toda la dinámica que ha traído consigo la pandemia.
Nos encontramos en una época donde los avances científicos y tecnológicos han contribuido al aumento de la esperanza de vida. En 1930 las personas en México vivían en promedio 34 años; para 2019, casi un siglo después, el promedio era de 75 años.

A pesar de la aparente importancia de la ciencia en crisis como la actual pandemia, sin dejar de lado la situación climática y otros retos a los que la humanidad se ha tenido que enfrentar desde su origen, para la sociedad muchas veces no está del todo claro cuál es el papel de la ciencia y qué la hace tan valiosa al momento de enfrentar esta clase de problemas.
Para tratar de contextualizar lo anterior, vamos a introducir el término cultura científica, que tiene diferentes definiciones según los autores que lo aborden.
De acuerdo con Godín y Gingras (2000), la cultura científica es la expresión de todos los modelos a través de los cuales individuos y sociedad se apropian de la ciencia y la tecnología. En el libro The Two Cultures and the Scientific Revolution (CP Snow, 1959), la expresión cultural científica se utiliza para designar el amplio y cada vez más generalizado fenómeno de divulgación de la ciencia y la inserción en el día a día social en los temas relativos a la ciencia y la tecnología, que incluye reflexiones sobre la dimensión cultural y social de la ciencia, la tecnología, la salud y el medioambiente. En su tesauro, la Unesco define la cultura científica como un “modelo de comportamiento intelectual y social basado en el conocimiento científico”.
Finalmente, Juan Carlos Villa Soto (2011) menciona que la cultura científica, además de estimular el pensamiento crítico y contribuir a mejorar la vida de las personas, “influye en el propio avance del conocimiento, al ayudar a la valorización del trabajo científico”.

Entonces, ¿de qué manera nos ayuda la cultura científica ante la crisis? Tomando en cuenta los aspectos que la definen, al apropiarnos del conocimiento científico e insertarlo en nuestro día a día, seremos capaces de valorar los saberes que de él se desprenden. De esa manera desarrollaremos un criterio frente a las diferentes situaciones que se posen frente a nosotros.
Siguiendo con el ejemplo de la pandemia, actualmente se mueve un sinnúmero de remedios caseros, alternativos, que se venden como tratamientos o curas contra el coronavirus; algunos de ellos no tendrán ningún efecto positivo ni negativo; sin embargo, hay muchos otros que pueden poner en riesgo la salud. Estamos rodeados de información que desafortunadamente muchas veces es errónea o no está basada en evidencia científica. Cabe resaltar que la ciencia no es la única manera de adquirir o validar el conocimiento; no obstante, para efectos del presente escrito, sí hago énfasis en la importancia del conocimiento científico.
En referencia a otros temas, activarnos o no ante la crisis climática también está profundamente vinculado con el conocimiento que tenemos sobre la dinámica de nuestro planeta y cómo nuestros modos de vida y el sistema económico imperante catalizan una serie de reacciones que nos tienen sumergidos en este problemón.
Pero con la ciencia no todo es crisis: la astronomía, por ejemplo, es una de sus ramas que tiene por objeto de estudio una de las cosas más cautivantes para los seres humanos, el universo.

Imagen tomada de Science Museum.
En Altura desprendida queremos acercar el conocimiento científico a nuestros lectores. Con esta pequeña introducción les damos la bienvenida a la sección de ciencia, donde compartiremos de tooodo. Además, aquellos científicos (de formación o no) que quieran compartir sus quehaceres con nosotros son bienvenidos a enviar sus escritos para que participen como colaboradores en este espacio cultural.
Con esto deseamos que la revista se convierta en una fuente confiable de información y diálogo crítico alrededor de la ciencia. Esperamos que lo disfruten.

Referencias:
Consejo Nacional de Población (Conapo). Datos Abiertos. Indicadores demográficos 1950-2050. Recuperado de: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/esperanza.aspx?tema=P;
Fernández, E., Bello, A., y Massarini, L. (2016). Políticas públicas e instrumentos para el desarrollo de la cultura científica en América Latina. Recuperado de: http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Montevideo/pdf/SC-PoliticasPublicasInstrumentosCltCientificaALC.pdf.
Godín, B. y Gingras, Y. (2000). «What is Scientific and Technological Culture and How is it Measured? A Multidimensional Model». Public understanding of science, 9 (1), 43-58.
Inegi. Indicadores Sociodemográficos de México (1930-2000). Recuperado de: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/esperanza.aspx?tema=P.
Snow, C. The two cultures and the scientific revolution. (2013).
Gobierno de México, Secretaría de Salud. Covid-19 México. Recuperado de: https://datos.covid-19.conacyt.mx

Imagen tomada de la NASA.
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Andrea P. Barrera Arrazola. Estudió Ciencias de la Tierra en la UNAM. Entusiasta divulgadora de la ciencia. Ha realizado proyectos donde se busca popularizar la implementación de sistemas de captación de agua de lluvia en la Ciudad de México. Se formó como líder climática en el movimiento The Climate Reality Project. Ciclista novata y astrónoma aficionada.
Instagram: @andreapam.arrazola
Imagen principal: Generelle Morphologie der Organismen, Ernst Haeckel, 1866. Tomada del American Museum of Natural History, ©AMNH/R.Mickens
Imágenes de interiores: National Library of Medicine, Exploratorium, Science Museum y NASA
Seria lindo vernos por el fediverso… https://mstdn.mx
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